El cuadro es de Eduardo Naranjo.
Éste es un sueño agradable: me recibe un abrazo cálido, envolvente.
No siento la necesidad de hacerme preguntas, sólo el deseo febril de soltarme en ese calor del líquido espeso y blanco que me envuelve. Parece nieve suave y caliente, pienso al tiempo que me descubro cierta excitación mullida.
Estoy rodeada de iguales, protegida por su cercanía cálida.
Todo está en su sitio, todo parece resbalar hacia una forma única de justicia universal. Por fin.
Participo de ello, me entrego a ese goce. De forma rotunda y sin fisura alguna. Solo soy uno más. Uno más en la bandeja.
Soy un canelón de una bandeja de dieciocho, bañado en bechamel y gratinándome en el horno.Y soy feliz hasta llorar crujientes lágrimas de queso.
(Que sí, que es un sueño real. Lo soñé hace unos años. Nunca conseguí interpretarlo)